A 43 kilómetros al sur de Cancún, en Playa del Carmen, en esta línea turquesa de turismo, selva y calor, los trabajadores estiman que en diciembre el Presidente Andrés Manuel López Obrador inaugurará un Tren Maya que estará incompleto.

Calculan que es muy poco probable que para entonces, al menos el Tramo 5, de Cancún hasta Tulum, pasando por Playa del Carmen, esté terminado.

«Dicen que para enero debe de estar, pero le cuelga más», calculó el conductor de un camión que sacaba la madera de miles de árboles derribados, entre la comunidad de Cristo Rey y Nuevo Noh Neb.

El Tramo 5 Norte, de Cancún a Playa del Carmen, es una tira en medio de la selva tan ancha como una cancha de fútbol, tierra levantada, pilotes redondos de más de 25 metros de extensión tirados sobre la tierra suelta sin colar, algunas máquinas operadas por militares que hacen agujeros, vigilantes que impiden el paso y tomar fotografías, cenotes en medio de la vía con agua que se va a contaminar y montañas de restos de árboles triturados.

El colectivo ecologista #SelvameDelTren calcula 10 millones de árboles derribados tan sólo en el tramo 5, y 114 cavernas y cenotes bajo del suelo kárstico que pondrán en riesgo -y viceversa- a los miles de pilotes con que se pretende alzar la vía para evitar el suelo quebradizo.

«A estas alturas, ya es un viejo mito la promesa del Presidente López Obrador de que el Tren Maya no iba a causar daño ambiental», dijo el ingeniero industrial mexicano, espeleólogo y consultor de calidad del agua, Guillermo DChristy.

De los siete tramos que tendrá en total el Tren de más de 140 mil millones de pesos y mil 554 kilómetros, el 5, con apenas 111, es el más corto y conflictivo. Y eso que todos arrancaron en 2019 sin estudios de Impacto Ambiental ni de viabilidad financiera.

El Tramo 5 se proyectó primero elevado sobre la Carretera Federal 307 que atraviesa el centro de Cancún, pero con parte del bulevar ya construido, el Fonatur, encargado del proyecto, dijo que técnica y financieramente saldría muy caro, y que mejor iría a ras de tierra.

Se talaron miles de árboles y, al final, tras la presión de los dueños de los hoteles de lujo de Cancún por el tráfico que se iba armar, López Obrador aceptó meter la vía siete kilómetros a la selva y acusó de pseudo ambientales a quienes se atrevieron a señalar los daños por la improvisación.

Jaguares y monos, aseguran los vecinos del poblado de Cristo Rey, se alejaron del ruido de las máquinas, pero los cenotes, cavernas y ríos subterráneos quedaron debajo de la ruta.

La entrada de la «Dama Blanca», un antiquísimo cenote llamado así por el pez ciego y endémico que vive ahí, está en medio de la ruta, rodeada por tiras de plástico, con apenas una lona azul hundida, a pesar de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia ha negado que será afectada.

«Sí se está afectando la dolina (la depresión de la entrada producida por el agua subterránea), cada vez se reduce más el trazo, por eso insistimos en que nos deberían dejar entrar», dijo vía telefónica DChristy, integrante de Selvame del Tren.

«Puede que en diciembre se inaugure un tramo, quien sabe cuál», consideró un habitante de la zona.

Los vecinos son los únicos que tras su identificación pueden entrar, aunque aún esperan que les paguen sus terrenos, que terminen de colocar los postes de luz y les informen si se podrán conectar.

A cuatro kilómetros de la terminal marítima, desde la Finca Yorogana, en el inicio del 5 Sur que irá de Playa del Carmen a Tulum, el avance parece el mismo. Salvo las trabes de un puente, hacen falta las vías, el balasto, la electricidad y aplanar.

El retraso está al otro lado, hacia los tramos 5, 6 y 7, de Cancún a Escárcega, en Campeche, donde se cierra la ruta y llega hasta Palenque, donde está la finca del Presidente.

«Podrá inaugurar desde Cancún hasta su rancho, pero no del otro lado, es un hecho, aquí siguen dando palos de ciego. Ninguno de los constructores dice nada porque ellos siguen cobrando los avances de obra. Si funciona o no, pues esa es otra historia», dijo DChristy.