No constan entre las virtudes de Alejandro Sanz, que sepamos, dotes adivinatorias, por lo que cabe pensar que en el año 2000, mientras componía “Cuando nadie me ve”, poco podía imaginar que en el verano europeo de 2023 iba a resultarle casi imposible mantenerse a cubierto del ojo público. Nada nuevo en la carrera del exitoso cantante y compositor, cuyas andanzas extramusicales siempre supieron despertar curiosidad. Pero la febril avalancha de noticias, chismes, dimes y diretes que sobre su persona se vierten desde hace un mes no tiene precedentes. Los frentes abiertos al escrutinio popular son varios.

Todo este resonante ajetreo se produce, irónicamente, mientras Sanz se pasea con laureles de emperador por toda España ofreciendo conciertos de su gira Sanz en vivo 2023. Con entradas agotadas para sus shows en Barcelona, Valencia, Pamplona, Granada y para el primero de sus dos conciertos en el WiZink Center de Madrid. Del otro lado del océano, también arrasó y para los 27 conciertos que pautó en Latinoamérica colgó el cartel de “no hay localidades”. A partir de septiembre lo esperan en Estados Unidos (Florida, Nueva York, Texas, California) y en México.

Pero en lo que refiere a su vida personal es otro el cantar. El pasado mayo se supo de su ruptura con Rachel Valdés, la artista cubana con quien mantenía una relación sentimental desde hacía tres años, iniciada poco después del anuncio de su divorcio de Raquel Perera, en 2019. Pocos días antes de protagonizar titulares por su separación, lo hizo por un mensaje que, a través de su cuenta de Twitter, el propio Sanz decidió publicar el pasado 27 de mayo, traicionando su usual discreción. “No estoy bien”, reconocía a quemarropa. Añadía sentirse “triste y cansado”; decía que estaba trabajando para que se le pasara, pero añadía: “A veces no quiero ni estar”. Faltaban pocos días para el inicio de la gira por España y el ídolo se tambaleaba.