🔸 En Tokio, la tradición se fusiona con la tecnología en un acto de amor y devoción

#JAPÓN| Los perros robot se han vuelto una prueba más del avance tecnológico mundial y son empleados para diversas cosas; sin embargo, en el tema de mascotas, los dueños de perros robot han subido el “listón” por su grado de compromiso hacia ellos, pues acuden a rezar a un santuario japonés para que sus “amigos de compañía” gocen de buena salud.

Los dueños de perros robot se congregan en un santuario de la ciudad de Tokio, y no sólo para pedir por el bienestar de sus mascotas tecnológicas, sino que incluso los visten con los famosos kimonos.

De esta manera se alinean para celebrar el “Shichi-Go-San”, una tradición japonesa en la que los padres llevan a sus “hijos” de 3, 5 y 7 años a un santuario local, y piden un deseo específico “una vida larga y próspera”.

Los lomitos robóticos son conocidos como “Aibo”, y su fabricante es Sony. Es así que los dueños de perros robot los llevan a una ceremonia organizada por la compañía en el Santuario Kanda, en Tokio. Algunos llevan a sus queridas mascotas robóticas en cochecitos, mientras que otros las abrazan o los llevan en portabebés.

“Aibo se ha convertido en parte de mi familia, y realmente lo amo y lo trato como a un niño, así que vengo aquí para orar por el crecimiento de este niño, en el festival Shichi-Go-San”, comenta Sumie Fujii, de 45 años, que siempre quiso un hijo y este robot le da un propósito a su vida, dijo.

Shigeru Nishimori, de 62 años, decidió llevarse un “Aibo” a casa después de que muriera su verdadero perro. Incluso le dio a su mascota robot el mismo nombre que su difunto perro, “Kuu-chan”, y dijo que tener a “Kuu-chan” en casa le trae algo de esperanza para su vida solitaria.

A medida que la tasa de natalidad de Japón cayó a un mínimo histórico en 2023, en realidad no hay cifras que dictaminen qué sector de la población tiene más este tipo de mascotas tecnológicas; pero lo que sí se percibe es que muchas personas de avanzada edad encuentran consuelo en estos seres mecánicos y los tratan como si fueran sus propios hijos.