México tiene más de 160 edificios que van desde los 50 hasta los 600 metros de altura; los próximos tres años, se espera la entrega de 11 más

En los últimos 67 años, el tamaño promedio de los edificios altos y superaltos en México experimentó un marcado aumento, especialmente a partir de la primera década de los años 2000.

Entre 1980 y 2010, el tamaño promedio de las torres entregadas por década tuvo una variación de entre 13% y 20%, mientras que el incremento promedio observado entre el 2010 y el 2020 fue de 33%, según datos del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH).

En contraste, se prevé que los edificios concluidos en el período 2020-2023 y también los proyectos planificados hasta el 2026, tengan un incremento significativo de más de 80% en su altura, de acuerdo con un análisis de la firma de servicios inmobiliarios SiiLA.

Hasta el momento, México tiene más de 160 edificios altos y súper altos. Estos inmuebles poseen alturas que van desde los 50 hasta los 600 metros. En los próximos tres años, se espera la entrega de 11 más, según el CTBUH.

Cabe mencionar que durante la última década, México ha presenciado el surgimiento de diez edificios altos y superaltos entregados por año, en promedio.

Esto demuestra el auge de la verticalización de las urbes, especialmente en la Ciudad de México y Nuevo León, que se encuentran en una carrera por construir rascacielos.

El estado del norte y la capital mexicana concentran, respectivamente, 46% y 27% de este tipo de estructuras a nivel nacional.

Actualmente, el título del edificio más alto del país y de Latinoamérica recae en la torre T.Op Corporativo en Monterrey, con una altitud de 305 metros. De acuerdo con SiiLA, este desarrollo de uso mixto es de clase A+ y cuenta con la certificación LEED Gold; sin embargo, será superado por la Torre Rise (475 metros) en Monterrey, cuya entrega está proyectada para el año 2026.

«Los rascacielos personifican poder, capacidad económica y avance tecnológico en ciudades modernas en constante evolución. A medida que el espacio se vuelve escaso, la verticalidad se convierte en una solución atractiva para optimizar la superficie disponible», indicó la firma.

Desafíos de la verticalización

Si bien, la proliferación de los edificios altos y superaltos resuelve algunos problemas como la expansión de la mancha urbana hacia las periferias, también conlleva ciertos desafíos, como: planeación urbana, infraestructura, sostenibilidad e impacto ambiental.

De acuerdo con SiiLA, el porvenir de estos inmuebles en las principales urbes de México dependerá de cómo se afronten estos retos y si se logra un equilibrio entre el crecimiento vertical, las demandas del mercado, la sostenibilidad y la calidad de vida.

«Es necesaria una infraestructura local mejorada, incluyendo sistemas de transporte y abastecimiento de agua, para acomodar el crecimiento urbano. Asimismo, los obstáculos burocráticos y la obtención de permisos pueden ralentizar los proyectos, especialmente en áreas sísmicas como el Centro de México», resalta el análisis.

La alta densidad de edificios también impacta la accesibilidad y la movilidad, lo que genera más demanda de soluciones de transporte y de espacios públicos adecuados.

Por último, el impacto visual, el consumo energético, la gestión de residuos, la huella de carbono y la eficiencia de recursos son importantes inquietudes medioambientales relacionadas con su construcción.

«Esto requerirá la revisión de las regulaciones urbanísticas y los códigos de construcción locales. El diseño sostenible e inteligente de las estructuras será cada vez más importante. Sin estos componentes, los edificios carecerán de atractivo en términos de inversión», concluyó SiiLA.